
Mi acercamiento con la poesía se dio gracias a un complot. Explicaré el por qué:
Para mí, la poesía era una barrera, una montaña, hasta una muralla china. Ella y yo no estábamos hechas la una para la otra, no teníamos nada en común. Por lo tanto siempre huía de ella.
Sin embargo, como diría el chapulín colorado: “no contaba con su astucia”. La muy viva tenía un plan perverso para acorralarme y así envolverme en sus redes.
Al inscribirme a la escuela tuve que llenar una hoja con las materias a cursar, incluido un taller optativo. He aquí el complot en que caí.
Yo sólo tenía dos opciones, en las cuales iba el taller de poesía, la otra opción preferiría omitirla, pero el hecho es que no tuve más remedio que entrarle a la onda lírica.
La poesía empezó a coquetearme; me endulzó el oído, comenzó a llenarme el ojo, a robarme suspiros, hasta que por fin, “flojita y cooperando” ya no pude resistirme.
Fue entonces cuando se me presentó la oportunidad de interactuar con los poetas coahuilenses: Carlos Reyes, María luisa Iglesias, Jaime Torres y Claudia Berrueto, dentro del ciclo “Arte de Letras” que se llevó a cabo en Saltillo.
“Arte de Letras” logró reunir, no sólo poetas sino también narradores, dramaturgos y periodistas como: David Ojeda, Javier Villareal Lozano, Enrique Mijares, Carlos Montemayor, Francisco Amparán, Armando Adame, Gilberto Hidalgo, Jesús Valdez, Daniel Sada, entre otros. Todos ellos convivieron y hablaron sobre sus proyectos en diversas actividades como mesas redondas, pláticas, lecturas y talleres.
Sin embargo, este texto pretende centrarse en la importancia de la poesía coahuilense. Con base en mi lectura sobre los ya mencionados, puedo decir que “Habitar la transparencia” de Carlos Reyes (Torreón, Coahuila, 1976), cual copa de vino, relaja pero al mismo tiempo despierta los sentidos. Al igual que “Luna de Cáncer“. En estos dos libros se hallan poemas muy sensitivos, gozan de precisión y consistencia.
Los versos transpiran gracias a su claridad. Cada verso provoca sensaciones distintas, esa es la clave: los poemas de Carlos hablan por sí solos, contagian: “Te regalo este beso de sangre y espinas/ que quiere arrancarte los ojos y encenderte cada/ hueso del alma” (“Luna de Cáncer”).
“Atardecer del séptimo día” de María Luisa Iglesias (Mapimí, Durango, pero considerada monclovense) es un poemario apto para leerse al aire libre. María luisa crea en sus versos ambientes naturales. En cada poema retrata paisajes; mar, lluvia, peces, árboles, jardines, son algunos de los elementos más sobresalientes. Pero también se pueden encontrar dos de los paisajes más importantes en la vida o en la muerte, según sea el caso: el paraíso y el infierno.
Esto provoca el acercamiento con Dios y con todo aquello relacionado con el origen de la existencia humana: “En el amanecer del primer día/ el Edén quedó sepultado entre toneladas de tierra/ la tumba de los ángeles huele a azufre/ el cielo es el espejismo de los justos”.
Un caso parecido es Jaime Torres (San Juan del Cohetero, Coahuila, 1955), con su libro “Ceremonial del adiós”, en este se encuentra la búsqueda de Dios, esa necesidad de sentirse acompañado por un ser que puede proporcionar protección, vencer los miedos y resolver todas las dudas: “¡Oh! Dios,/ te saluda mi dolor/ y el gusto amargo/ de mi felicidad a ratos,/ cuando intento reconstruir/ tu rostro”.
La poesía de Jaime es toda una indagación: ¿quién soy? ¿a dónde voy? Pero la cuestión más importante es saber si esto que se vive es real o parte de un sueño.
Estas interrogantes se presentan en “Canción del Alma“, un poemario que envuelve, enamora. Por el simple hecho de que Jaime, en cada poema construye un quimera, que al leerse, se percibe como real: “Fruta de lágrimas,/ huerto de evocación amorosa,/ corcel de sueños:/ tu recuerdo quema la huella de la sombra/ que te sigue, que te busca.”
Los poemas que también son muy palpables son los de Claudia Berrueto. (Saltillo, Coahuila, 1978) Ésta más que construir sueños, los vive.
Su poesía muestra el lado cotidiano de la vida pero no de una forma simple. Ya que ella le pone sal y pimienta a esa cotidianidad. En sus poemas hay frescura e identificación.
Eso es lo que pasa en “Sombreros“, este poemario, inédito aún, es digno de disfrutarse por la soltura y sencillez con que está escrito. Pero al mismo tiempo porque, como se mencionó anteriormente, el sentirse identificado con cada escena que se plasma es muy fácil: “Llueve tanto/ que la casa se vuelve delgada,/ se humedece velozmente como papel/ pero logra respirar como caverna/ y yo adentro/ soy un animal letárgico/ que sueña/ a ritmo de goteras/ música de filtración.”
En síntesis estos son algunos de mis argumentos para exhortar a la gente a leer poesía coahuilense.
También es una invitación para que nos acerquemos un poco más a la poesía, no sólo regional, sino en general. Ya que, en mi experiencia, no es tan mala como yo pensaba, ni tan inalcanzable como la creí.
Lo que sí les advierto a todos aquellos que huyen de la poesía, es que, sin duda esta planea coartadas para que tarde o temprano caigan en sus redes.

-María Luisa Iglesias, “Atardecer del séptimo día”, primera edición. México; Instituto Cultural de Durango, colección Cielo de Palabras, 2005.
-Jaime Torres, “Ceremonial del adiós“, primera edición. Coahuila; Ed. Gota de agua, 2004.
-Jaime Torres, “Canción del alma“, primera edición. Coahuila; Ed. Gota de agua, 2006.
- Claudia Berrueto, “Sombreros” (inédito).
- Claudia Berrueto, “Sombreros” (inédito).
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6 comentarios:
Un hermoso "complot" de circunstancias para unir la poesía y una vida. Todo pasa por algo... Muy buen blog. Saludos!
Pues esperemos que el casorio entre usted y la poesía de fructíferas verduras. Mande sus poemas para publicarlos por aquí!
Un saludito.
Jetsé
Me faltó un acento a "dé"... oh, terrible desgracia ortográfica...
Pues muy bonita la historia del encuentro de la autora con la poesía. Sólo una pequeña observación para la tramontana: hay que cuidar un poquito los errores de dedo y ortográficos, hay dos por ahí: una "h" ausente, y una "y" en lugar de "ll". Aunque no es algo muy importante, y no le resta belleza al texto, pues si hay que checarlo para que los obsesivos con la ortografía y que somos super mamonsísimos nos quedemos con la boca cerrada.
Primero que nada, gracias a todos por visitarnos.
Mil disculpas a nuestros lectores por los horrores ortográficos que encontraron en este edición, por respeto a ustedes les ofreceremos mejor calidad en nuestras próximas publicaciones.
¡Los esperamos pronto por aquí!
Realmente es muy buena historia, me da muchisimo gusto que esten surgiendo nuevas escritoras y pongan en alto a nuestro estado de antemano mil felicidades.
PD. Sigue por este camino que realmente eres buena en lo que haces.
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